domingo

21-b-F

Cuando abres los ojos y te levantas lo primero que ves son... ¡las porterías!
¡Sí, son las mismas porterías de toda la vida y estan en su lugar en la cancha, igual que lustedes cuatro estan también en el presente!
- ¡Regresamos! - grita Julián, tan contento que no puede dejar de brincar.
Mariana y Pedro se abrazan y se ríen.
- ¡Yo juraba que nunca íbamos a volver después de lo que dijiste! - te dice Pedro.
- Eso no importa ya, lo que importa es que estamos aquí... - dice Mariana.
Al fondo pueden ver como una serie de personas se acercan a ver las porterías, incrédulos de que hayan aparecido de la nada cuando el polvo se despejó, según lo que alcanzas a oir que estan diciendo. También puedes ver a unos reporteros de la televisión que ya apagaron sus cámaras y se estan llendo del lugar. Nadie había notado que ustedes no estaban. Al parecer el día que pasaron en el pasado se redujo a apenas minutos por el viaje en el tiempo.
- Regresamos con todo y porterías, no lo puedo creer - dice Julián.
- Sí, es increíble. Deberíamos ir a celebrar - dice Pedro.
- Pero no tenemos dinero... - dice Mariana.
Tú te metes las manos a las bolsas y sacas una moneda reluciente de plata que no habías gastado en la fiesta de 1944. Les dices que tú invitas lo que quieran.
Antes de salir, Mariana te pregunta:
- ¿Cómo fue que logramos regresar así, después de lo que dijiste?
Tú le dices que te acabas de dar cuenta que lo más importante de todo lo que pasaron es que te diste cuenta de que lo que importa no es tanto que las porterías esten ahí ahora, sino que sigan estando ahí en el futuro, igual que el deportivo mismo, que la escuela, que las calles y las fiestas...
Y así, Pedro y Julián, quienes no se soportaban, terminan siendo amigos, las porterías quedan en su lugar y Mariana y tú salen del Deportivo Pavón agarrados de la mano, hacia las calles de la Colonia Pensil.


FIN

21-b

Tragas saliva porque sabes que lo que vas a decir es lo más difícil que has dicho nunca, y que Pedro, Mariana y Julián muy probablemente van a estar muy enojados contigo.
Le dices a los vecinos del comité que en realidad lo único que quieren es que garanticen que algo vaa a quedar en el fondo de la colonia disponible para poner porterías en el lugar donde se necesiten, especialmente en el deportivo que, explicas, van a construir frente a la escuela en el futuro. Les dices que lo que en verdad importa es que las porterías esten de vuelta en el futuro cuando puedan regresar, ya sea hoy mismo o incluso, esta es la parte más difícil de decir, o incluso cuando sean viejos.
Se hace el silencio cuando acabas de hablar. Volteas a ver a tus amigos, y estos te miran con una cara muy espantada, no saben qué pensar.
- Me parece razonable, de esa forma no retrasamos los planes de construcción y pavimentación de la colonia, ni tenemos que suspender ninguna fiesta. Además lo que acabas de decir me da la confianza necesaria para pensar que todo esto no se trata de una broma, aunque pensándolo bien, si esto no se trata de una broma entonces eso quiere decir que ustedes sí vienen de verdad del futuro... Bueno, en fin, en este momento voy a abrir una caja vecinal para que, en el momento en el que construyan el deportivo, haya aquí suficiente dinero como para comprar las porterías - dice el señor que coordina el comité vecinal.
Tú le das las gracias y te encaminas hacia tus amigos. Estos te reciben muy callados y fríos. Sabías que no les iba a gustar lo que dijiste.
Don Fili se acerca y dice:
- Les iba a decir que si querían se pueden quedar en mi casa, o en la de la Maestra, quien me dijo que les dijera lo mismo, pero creo que los voy a dejar a que platiquen entre ustedes un rato. Cuando quieran vayan a la casa, voy a estar ahí...
- Yo creo que sí lo vamos a necesitar, gracias - dice Pedro.
- Te diría que te callaras, pero es probable que tengas razón - le dice Julián.

Unos veinte minutos más tarde siguen caminando entre las calles vacías. De pronto llega el sonido de alguno de los camiones que circula por las calles ya pavimentadas, pero en realidad permanecen en silencio. En algún momento llegan al agujero en la tierra y, sin decir nada, los cautro bajan.
- ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Esperar a que seamos viejos para regresar al futuro? - pregunta Mariana.
- Bueno, igual así me podría prestar dinero a mí mismo cuando esté creciendo para ir a las maquinitas - dice Julián.
- Esa es una buena idea - dice Pedro.
Empiezas a disculparte diciendo que sólo te pareció que eso era lo más lógico que decir, cuando el viento empieza a solpar y de pronto, más rápido de lo que esperabas hay remolinos de polvo por todos lados. Cierras los ojos para que no se te llenen de tierra y a penas y sientes cuando te caes al suelo...

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Sigue...

21-a-F

Cuando abres los ojos estás en el deportivo. Te levantas, un poco incrédulo, pero estás seguro, todo es igual a como lo recuerdas la última vez que estuviste ahí. Mariana, Pedro y Julián se levantan y se dan cuenta de que están de vuelta en el presente, en su presente, y que todo debe haber vuelto a la normalidad. La cancha de tierra es la misma, las gradas son las mismas y hasta la pared del fondo es igual. Estan todos tan contentos que de pronto se les olvida la verdadera razón por las que pudieron regresar al futuro: las porterías.
Un vistazo rápido hacia el extremo de la cancha te deja ver que sí, las porterías estan en su lugar, y de hecho hay un equipo de televisión con cámara y todo lléndose del lugar, y muchísima gente diciendo:
- No puede ser, hace un rato de verdad no estaban.
Y:
- ¡Qué raro que volvieron a aparecer de la nada! ¿Quién se las habrá llevado para volverlas a poner?
En ese momento, Mariana y Pedro se acercan y te dicen:
- Queremos ir a ver a nuestra familia, la verdad es que pensamos que nunca los íbamos a volver a ver, así que ya nos vamos.
- Qué bueno que se van. Así ya no tengo que aguantar más tiempo al baboso - dice Julián. - Yo también ya me voy, no me gusta estar aquí, capaz que vuelve a soplar el viento y termino en una época peor.
Pedro se le queda viendo a Julián con cara de pocos amigos. Te cuesta trabajo creer que después de todo lo que han pasado juntos no hayan logrado llevarse bien. Julián se despide de ti y se da la vuelta para irse. También Pedro se da la vuelta y camina para el otro lado, pero Mariana se te queda viendo.
- ¿Vienes Mariana? - le pregunta Pedro.
- Nis vemos en la escuela, ¿no? - te dice y se aleja siguiendo a su hermano.
Te les quedas viendo un poco triste mientras se alejan, y también a la gente que rodea las porterías y empieza a reorganizarse para jugar algunos partidos. Aunque te gustaría ir a decirles quienes son lso responsables de que las porterías esten nuevamente en su lugar, decides que nadie te creerái y te quedas callado.


FIN


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21-a

Le dices a los miembros del comité vecinal que lo que en realidad quieren los cuatro es que les consigan unas porterías lo antes posible para que puedan regresar al futuro, aunque eso signifique alterar los planes de construcción de la colonia.
- Bueno, yo creo que una situación como esta amerita que pongamos medidas drásticas al asunto. Podemos detener un poco la pavimentación de las calles y la construcción de la escuela, así como sacar un poco del dinero de la siguiente fiesta para que puedan tener sus parterías. Porque aunque quiero creer que esto es todo una broma, no me quiero arriesgar a que no lo sea. ¿Están todos de acuerdo?
Todos los vecinos presentes parecen acceder y entonces todos se ponen de acuerdo para tener las porterías listas en una semana, a más tardar.
- Se pueden quedar conmigo, mientras - dice la Maestra Delfina.
- O conmigo - ofrece Don Fili.
Les dices que en realidad cualquier cosa que les puedan ofrecer estaría bien, y se encaminan los seis hacia la casa de Don Fili para ponerse de acuerdo. Al pasar cerca del agujero frente a la escuela, Julián propone:
- ¿Y si vamos a ver si de casualidad el viento no está levantando polvo y nos lleva de vuelta de una vez a nuestra casa? Al fin ya conseguimos las porterías.
Los cuatro están de acuerdo y bajan al agujero y justo cuando estan a punto de salirse porque no pasa nada, el polvo se empieza a levantar. El viento agita el pelo de Mariana y una nube de polvo muy denso ya está rodeándolos y haciendo remolinos antes de que puedan despedirse. La fuerza del aire te tira al suelo y cierras los ojos...

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Sigue...

21

Después de pensarlo bien, decides que lo mejor es que tú hables, aunque no tienes una muy buena idea de lo que vas a decir. Así que se los dices a Pedró, Mariana y Julián quienes acceden a dejar que tú hables.
Al levantarte las palabras no salen de tu boca, pero poco a poco empiezas a contar la historia de cómo llegaron hasta ahí. La mirada de asombro de los que están congregados en el comité vecinal no podría ser mayor, mientras hablas sobre las porterías desaparecidas, la nube de polvo, el viaje al pasado, su encuentro con Don Fili, el convencerlo de que vienen del futuro, el recorrido por las calles de la colonia buscando las porterías, la pintura azul, la visita a la escuela buscando una pista sobre el paradero de las porterías, el encuentro con la Maestra Delfina, convencerla a ella de que vienen del futuro, la fiesta, el encontrar las porterías y verlas quemarse y ahora la junta vecinal, todo intentando regresar al futuro. Después dices que en realidad no sabes qué decirles a todos los demás, exceptuando que en realidad creen que encontrar las porterías es lo único que los va a devolver a sus casas, y que por eso estan ahí tratando de conseguirlas.
El silencio se hace enorme. Pedro te dice muy bajito:
- ¡Van a pensar que estamos locos!
Ene se momento Don Fili se levanta y dice:

- Yo tengo algo que decir. Yo me encontré a estos niños muy perdidos, y muchas de las cosas que han dicho y hecho me han llevado a creerles cada vez más. Tal vez no sea la fuente más confiable, pero...
- Yo también ha llegado a creerles, la verdad. Y no fue fácil al principio y no es fácil decirlo ahora. Yo creo que al menos estos niños se merecen el beneficio de la duda - lo interrumpe la Maestra Delfina.
- Está bien, supongamos que les creemos, ¿qué es exactamente lo que proponen que hagamos? - les dice el señor que coordina el comité vecinal.
Tú te quedas callado. Te das cuenta de que el desenlace de todo lo que ha pasado depende de lo que digas ahora, y sólo se te ocurren dos cosas que puedes decir:

Pedirle al comité vecinal que consiga unas porterías lo más pronto posible para que puedan regresar, aunque ello suponga descuidar la construcción de la escuela, la pavimentaciión de las calles, la organización de las fiestas o incluso la misma construcción del deportivo;

O decirle a los miembros del comité que en realidad lo único que necesitan es que les garanticen que las porterías van a existir en el futuro, aunque eso signifique que tal vez tarden mucho, pero mucho tiempo en regresar a su época.

¿Qué decides?

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Si decides pedirle al comité que traten de darles las porterías ya, haz click aquí.

Si prefieres decir que lo que importa es que las porterías esten disponibles en el futuro, haz click aquí.

20-F

Cuando abres los ojos ya no estás en el pasado, pero el lugar en el que estás tampoco se parece al presente.
Efectivamente estás en un deportivo, o en algo que parece serlo, sólo que todo está techado, las paredes brillan y mucha gente vestida con plástico azul, naranja y rojo los rodea, con caras de asombro.
Minutos después un enorme robot sobre dos ruedas los levanta a los cuatro sin ningún esfuerzo, y les acerca una pantalla a la cara.
- No están registrados, los voy a llevar a seguridad - dice con una voz metálica el robot.
Antes de que puedan decir nada, ya están los cuatro en un cuarto sin paredes, donde una fuerza extraña, los retiene, desde el techo una voz pregunta sus nombres, sus edades y la razón por la que no están registrados.
- ¿Registrados dónde? - pregunta Juilán, muy enojado.
Al cabo de un rato en el que Mariana empezó a llorar, unas señoritas completamente cubiertas de pies a cabeza entran y les sacan sangre, entre otras cosas.
- Digan sus fechas de nacimiento - dice la voz desde el techo.
Cuando las dicen, las señoritas de blanco se quedan paralizadas un rato, y después salen de ahí. Todo se queda en silencio un muy buen rato.
- No sé dónde estamos, pero algo debemos haber hecho mal para terminar aquí. Esto no parece para nada ser nuestra época... - dice Pedro.
Después de una larga espera vienen unos hombres vestidos con una especie de armadiura de plástico, los sacan de aquel lugar y los meten a un pequeño camión al que no se le ven las ruedas. Al salir puedes ver que la puerta de entrad dice, en una especie de pantalla muy plana "Deportivo Pensil - Campeonato de Futbol de 2304".


FIN


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20

Piensas que la idea de Mariana de que los organizadores de la fiesta repongan las porterías es la mejor de todas, y se los dices a todos.
Mariana sonríe y se levanta diciendo:
- Pues nosotros lo que proponemos es que las porterías sean repuestas por los organizadores de la fiesta de ayer. Alguien las tomó, las pintó de azul y luego las usó para armar las plataformas para los fuegos artificiales, y nadie preguntó antes si es que las íbamos a usar para algo. Así que la reposición de las porterías debe de proceder de los fondos de la fiesta.
- ¡Pero eso no está bien! ¡Yo pregunté si podíamos usar las porterías viejas para la fiesta, y todos aquí me dijeron que sí! - exclama el párroco de la iglesia.
- Bueno, padre, cálmese, no es para tanto. Podría usted reponer las porterías y ya, no pasa nada - dice Don Fili.
- No, sí que pasaría. Tal vez el dinero no alcance para la porcesión de Semana Santa, ni para la fiesta del año que viene, y entonces no va a lacanzar para ningún año, por más colectas que hagamos... - dice el padre, muy alterado.
- Orden, a ver, orden. Yo creo que la niña tiene razón, de cierto modo. Alguien tiene que reponer las porterías porque de alguna forma son muy importantes para algunas personas, sobre todo para los niños, quienes las usarían a diario - dice el señor que coordina el comité vecinal.
- Está bien, está bien. Usaré los fondos para volver a pintar la fachada de la iglesia, aunque tenga que usar cartones de huevo para recubrirla después - dice el padre.
- Bueno, pues estamos todos de acuerdo y su solicitud ha sido solucionada, niños - dice el señor que está a cargo.

Todos se levantan, y la Maestra Delfina se les acerca para decirles:
- Me da mucho gusto que hayan encontrado una forma de recuperar las poerterías para que puedan regresar, pues a sus casas, o a su época o lo que sea.
- Muchas gracias Maestra. Vamos a ira intentar regresar ahora mismo - le dicen.
- Sólo una cosa más, antes de que se vayan. ¿Alguno de ustedes sabe cuál es el siguiente Presidente de México?
- ¿Quiere más pruebas Mestra? - pregunta Julián.
- No es prueba, es curiosidad.
Todos miran a Mariana, quien después de un rato dice:
- Esteee, ¿me puede decir el anterior presidente? Es que me los sé en orden nada más.
- El anterior fue Lázaro Cárdenas...
- Ah, entonces este es Ávila Camacho y sigue... Miguel Alemán, luego Ruiz Cortines, López Mateos...
- Ya, niña, ya. Con eso basta, muchas gracias... - dice la Maestra Delfina y le acaricia la cabeza.
- Ahora vayan a ver si ya pueden regresar a sus casas - dice Don Fili, uqien estaba obser vando la escena.

Momentos más tarde ya están los cuatro dentro del agujero donde estará el deportivo en el futuro, esperando a ver si sopla el viento. Y efectivamente, antes de que se puedan desesperar o impacientar, el aire ya está levantando una cantida de polvo impresionante, que los envuelve antes de que puedan decirse los unos lo contentos que están de volver a estar tan empolvados...

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Sigue...

sábado

19-F

Abres los ojos obligado por la falta de aire. Estás sumergido en agua. Te preguntas cómo puede ser eso, si apenas hace un minuto estabas envuelto en polvo, pero en la lucidez de sacar la cabeza del agua te das cuenta que un minuto no es nada cuando viajas por el tiempo.
- ¿Dónde, dónde estamos? - pregunta Pedro.
Tratando de nadar hacia la orilla, cosa que se dificulta mucho por la ropa mojada, logran alcanzar un lugar en donde pisan los cuatro. Al tomar aire y voltear pueden ver que están en el extremo de un lago, no muy lejos se alcanza a ver una calzada que se acerca a los montes que circundan el enorme lago. Y en el centro, a lo lejos, una blanca ciudad, con edificios altos y coronados con colores rojos y azules.
- Pues parece que en vez de regresar al futuro, viajamos al pasado. Algo hicimos mal, definitivamente... - dice Mariana, muy triste.
- Pero muy mal, algo está muy mal... - dice Pedro.
Detrás de ustedes oyen unas voces en la orilla, les dicen algo y les hacen señas, pero no entienden nada de lo que les dicen.
- Creo que vamos a tener serios problemas para regresar a nuestras casa, ahora sí... - dice Julián.
En efecto, ahora tendrán que esperar a ver si alguien ya habla en español en este México de 500 años antes de que cualquiera de ustedes naciera.


FIN


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19

Piensas que la idea de Pedro es la mejor, así que le dices que hable él y que la diga. Él se levanta y les dice a los del comité vecinal lo siguiente:
- Creemos que si se ponen de acuerdo en pavimentar las calles primero podríamos usar unas porterías movibles para jugar en las calles cuando no estorbemos, y así todos estríamos contentos.
- Es parece ser una buen idea - dice Don Fili.
- Sí, y así no descartamos el cuidado de ninguna de las otras partes de la colonia - dice una de las señoras que son parte del comité vecinal.
- Tal vez, pero de todas formas, al ponerle énfasis a la pavimentación de las calles probablemente retrasemso aún más la ampliación del mercado, o tengamos que cortar recursos para las fiestas de los próximos años - dice el señor a cargo del comité.
- Podríamos intentar acelerar la pavimentación el próximo año, sobre todo de las calles centrales de la colonia - dice el párroco de la iglesia.
- Pues parece que estamos todos de acuerdo, ¿no? Entonces vamos a hacer eso - dice la Maestra Delfina.
- Está bien, nos vemos dentro de seis meses para ver el avance de la pavimentación de las calles - dice el señor que coordina el comité y se levanta de su silla.

Al terminar la sesión se acerca Don Fili y les dice:
- Bueno, ya pronto tendremos calles planitas para transitar y para poder jugar futbol también.
- Sí, pero me gustaría saber si eso basta para que regresemos a nuestra casa... - dice Mariana.
- Pues vamos a ver si hay viento y polvo en donde aparecimos, y ya con eso sabremos, ¿no? - dice Julián.
- No es sólo eso, sino que me pareció un poco egoísta pedir que pavimentaran las calles para podernos ir, eso es todo... - contesta Mariana.
- Oh, pues las iban a pavimentar tarde o temprano de todas formas - dice Pedro.
- Me imagino que en el futuro ya están pavimentadas todas, ¿no? - dice Don Fili.
- Pues sí, ahora sóloe s cuestión de regresar al futuro - dice Julián.

Pocos minutos después ya están frente al agujero donde algún día estará el deportivo. Y maravillosamente el viento empieza a soplar cada vez más fuerte, levantando el polvo. Ustedes cuatro bajan corriendo, riéndose porque el polvo está ahí, listo para envolverlos y hacerlos viajar por el tiempo. Casi ni te das cuenta cuando todo se pone negro...

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Sigue...

18-F

Cuando abres los ojos te das cuenta de que algo no está bien. Hay gente jugando futbol, alcanzas a ver, pero en una cancha de cemento. Estás en algún lugar que se parece mucho al deportivo que dejaron antes de viajar al pasado, pero hay dos guardias de seguridad con pistolas agarrando a cada uno de ustedes, llevándolos hacia la salida.
- ¡Hey, suéltenme! - oyes que grita Julián.
No entiendes del todo qué es lo que pasa, hasta que empiezas a ver a más gente que los observa. Parecen presos...
- ¿Cómo es que se metieron a la cárcel, niños? - pregunta uno de los guardias.
- ¿Cuál cárcel? - pregunta Mariana, quien es cargada por un solo guardia.
- ¿Cómo cuál cárcel? - pregunta otro guardia.
A los pocos minutos los meten a un cuarto donde les hacen muchas preguntas que no pueden responder. Los interrogadores los miran con cara de sospecha, pero pasadas unas horas los dejan salir.
- Algo hicimos mal... - dice Mariana cuando salen.
A todos les queda muy claro eso, porque frente a ustedes está el edificio de la escuela, completmente enrejado con un letrero que dice
"Centro Correccional México".
El edificio del que acaban de salir no es el deportivo ni mucho menos, el letrero dice:
"Reclusorio La Nueva Pensil - Fundado en 1986".


FIN


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18

Prefieres dejar que Julián hable, a fin de cuentas él es el mayor. Él se levanta y dice:
- Pues la verdad es que las porterías son muy importantes para nosotros, tanto que, sin diversión, sin el futbol, nos cuesta mucho trabajo imaginarnos el futuro. La verdad es que una escuela de tres pisos es demasiado, podrían dejarla de dos pisos y ampliar el patio para que tenga canchas y porterías. Así podrían inaugurar la escuela más pronto y nosotros tendríamos donde jugar.

Todos se quedan muy silenciosos, al final el señor que está a cargo de la junta dice:
- Bueno, si es tan importante para ustedes pues... la verdad es que no nos había pasado por la cabeza preguntarles a lso niños de la colonia cuales eran sus inquietudes, y ya habíamos hablado de cancelar el tercer piso de la escuela... Tal vez esta idea no sea tan mala, ¿qué opinan?
El resto de la junta mueve la cabeza diciendo sí. La Maestra Delfina dice lo siguiente:
- Bueno, igual no es tan mala idea, así, como dices, podemos inaugurar antes la escuela y los niños van a tener un lugar seguro donde jugar todas las tardes y los fines de semana.
- Entonces estamos todos de acuerdo. Muy bien, se levanta la sesión, nos vemos en seis meses para aclarar los siguientes movimientos después de que se inagure la escuela. Muchas gracias por la idea, niños, y nos vemos pronto - dice el señor que está a cargo.

Todos se levantan y se van. Don Fili y la Maestra Delfina se acercan a ustedes. Don Fili dice:
- Pues bien, niños, ahora ya tienen lo que estaban buscando. Ahora pueden ir a ver si ya pueden regresar a su época. Solamente una pregunta: ¿están seguros de que la mejor solución era quitarle un piso a la escuela?
- ¿Están seguros de que esta es la decisión que querían tomar? - pregunta la Maestra Delfina.
Tú dices que aunque era la solución más práctica y rápida para regresar al futuro sin complicaciones.
- Deberíamos ir a ver si el viento ya está soplando otra vez para que nos regrese a nuestras casas - dice Pedro.
Y se encaminan Mariana, Pedro, Julián, la Maestra Delfina, Don Fili y tú hacia el agujero, donde en el futuro los estará esperando el deportivo. Al llegar ven que el viento está soplando, y que está levantando unas nubes de polvo. Rápidamente se despiden de Don Fili y de la Maestra y se meten al agujero, donde el viento empieza a envolverlos.
Estás tan contento que no te das cuenta cuando ya estás en el suelo cubierto por una nube de polvo...

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Sigue...

jueves

17

Al día siguiente, después de que la Maestra Dalefina les compró algo para desayunar, van a la junta de la colonia.
La verdad es que no saben muy bien que van a lograr ahí, después de la decepción de las porterías quemadas el día anterior en la fiesta.
- Nunca vamos a volver a nuestras casas, ¿verdad? - te pregunta Mariana.
Tú le dices que esperas que sí, tratando de poner buena cara, pero la verdad es que estás muy desconfiado.
- Pues habrá que ir pensando qué vamos a hacer si es que nos tenemos que quedar aquí, ¿no creen? - propone Julián, mientras Pedro lo mira bastante enojado.
- No digas eso, nos vamos a ir en algún momento - asegura.
Sin que puedan terminar de hablar entre ustedes, la junta comienza.
La verdad es que durante más de una hora la cosa es aburridísima. Están sentados la Maestra Delfina, Don Fili, el párroco de la Lupita, un par de señores y señoras más que no conoces y un señor que es el que parece dirigir las cosas. Epiezas a cabecear y por un rato hasta te duermes. El que sí se queda definitvamente dormido es Pedro, a quien Julián le da un codazo para que deje de roncar.
Pero cuando terminan de pasar la orden del día, la Maestra Delfina y Don Fili piden la palabra y dicen lo siguiente:
- Los niños que estan allá, que también son, de algún modo, habitantes de esta colonia, tienen algo que decir.
- ¿Con respecto a qué? - pregunta el señor que parece dirigir las cosas.
- Tienen una petición que hacer, quieren que les consigan unas porterías para jugar futbol - dice la Maestra Delfina.
- Bueno, niño, hablen, pero tomen en cuenta que tal vez si desviamos algo de dinero para poner unas porterías, también tendríamos que aplanar un terreno, como el que está enfrente a la escuela, y eso significaría prescindir de algo de lo planeado para la colonia.
Los cuatro se quedan callados, el comité vecinal entero los observa.
- ¿Qué decimos? - pregunta Mariana.

Julián dice:
- Pues si me dejan hablar a mí, yo voy a decir que necesitamos las porterías, que podemos quedarnos con la escuela sin el tercer piso. Que mejor pongan las canchas dentro de la escuela.

Pedro dice:
- Pues yo diría que lo que de verdad necesitamos es que acaben de pavimentar las calles, y que estaría muy bien que nos pusieran unas porterías movibles en una de las calles para jugar ahí, no necesitamos el terreno.

Mariana dice:
- No, la solución es que la organización de la fiesta reponga las porterías que se quemaron ayer.

Tú no sabes qué decir, pero obviamente todos esperan que propongas algo.


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¿Qué decides?

Si dejas a Julián hablar, haz click aquí.

Si prefieres que Pedro exponga su idea, haz click aquí.

Si te parece mejor idea la de Mariana, haz click aquí.

Si prefieres decir algo tú mismo, haz click aquí.

miércoles

16

Cuando se acaban los cohetes y se apaga el fuego los cuatro se acercan para ver lo que quedó de las porterías. Entre pedazos de madera carbonizada y cenizas encunetran los pedazos de un metal grueso y hueco, pero un poco retorcido.
- ¿Estás seguro que estas eran las porterías? - pregunta Pedro.
- Yo creo que sí, porque aquí todavía hay un pedazo de tubo sin quemar y está pintado del mismo azul que vimos en la calle - dice Julián.
Tú dices que eso fue exactamente lo mismo que habías pensado antes de que encendieran los cohetes.
- Pues aunque hayan sido estas las porterías, ya no sirven - dice Mariana, muy triste.
- No creo que nos devuelvan al futuro ahora... - dice Julián.
Justo en ese momento la Maestra Delfina y Don Fili se acercan.
- ¿Qué pasa niños? - pregunta la Maestra Delfina.
- Pues es que encontramos las porterías y... - dice Pedro, señalándolas.
La escena es un completo desastre, un pequeño lugar de tristeza en mediuo de una fiesta llena de gente platicando, bailando y pasándosela bien.
- Bueno, niños, no es el fin del mundo... - dice Don Fili.
- Sí, aunque estas esten deshechas, eso no quiere decir que tengan que ser las mismas que necesitan ustedes para regresar al... a sus casas. Mañana pueden venir conmigo a la junta de los vecinos, y ver qué pueden hacer para conseguir unas porterías nuevas - dice la Maestra Delfina.
Así que después de un rato más en la fiesta, es hora de ir a dormir. No porque no quieran quedarse, sino porque ha sido un día muy muy largo, y, además, como dijo Mariana, viajar en el tiempo es muy cansado.

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Sigue...

lunes

15

La fiesta está llena de cosas que ver y que hacer. Los cuatro deciden separarse e ir a ver lo que más les guste.
Lo que más tellama la atención de principio es la música, la gente bailando. Te quedas viendo un rato cuando Mariana se acerca y te dice:
- De verdad bailan juntos...
Una señora junto a ustedes parece estar disfrutando de la música, sin bailar. Le preguntas qué tipo de baile es.
- Es danzón, niño. Al rato viene el mambo, y un rato el swing. Luego ya vendrán los mariachis o la marimba a cantar boleros. Ah, que linda música...
Todo te llama la atención muchísimo, porque aunque sabes que la música es muy vieja, toda es nueva para ti. Y también los pasos de baile, porque todo el mundo parece saber lo que está haciendo, y el conjunto de las paerjas bailando se ve, sinceramente bonito.
Atrás de ti hay una pequeña carpa cerrada, con un letrero al frente que reza:

"¡Hoy Doble Función!
María Felix y Jorge Negrete en 'El Peñón de las Ánimas'
Cantinflas en 'Gran Hotel'
y el noticiero.
45 centavos"

Desde la entrada te llama mucho la atención entrar al cine, ves que la gente se la está pasando muy bien, se ríen y platican, comentan la película. Sin embargo sabes que no tienes tiempo de ver una película entera, así que te vas hacia otro lado.
Encuentras los puestos de comida, y a Pedro pidiendo un buñuelo. El buñuelo es enorme, en verdad, y lleno de miel. En el mismo puesto venden muéganos y nueces garapiñadas.
- ¿No quieres? Está bueno - te dice Pedro.
Tú le das una mordida al buñuelo, pero más allá descubres algo que llama mucho tu atención. Son estructuras grandes de metal con madera, te les quedas viendo un rato. Un señor, con guantes gruesos, como de electricista se te acerca y te dice:
- Es el castillo, y el torito, aquí atoramos los cohetes y los encendemos al rato, se ve bonito porque dan vueltas, iluminan todo. ¿Quieres encenderlos?
Muy emocionado dices que sí, y el hombre de los guantes te lleva a la parte de atrás de las estructuras metálicas para enseñarte cómo se hace.
En ese momento te quedas congelado. Frente a ti, formando parte de las estructuras metálicas, hay una serie de tubos pintados de azul que, estás seguro que son las porterías. Las obsevas bien y en tu cabeza les das la vuelta. Sí, son las porterías, además estan pintadas exactamente del tono de azul del que encontraron manchas en las calles.
- ¿Te pasa algo? Te ves pálido - te dice el señor de los guantes.
- No, no, nada - le dices tú.
- Entonces, ¿quieres o no encender los fuegos artificiales?
- Esteee, pues...
- Anda, es fácil, mira - y te pone un extreño de la mecha en la mano mientras acerca un trapo encendido con gasolina a la punta.
- En cuanto se encienda, lo sueltas - dice, y en ese momento empieza a correr la mecha. Tú la sueltas para no quemarte y te alejas de la estructura.
En apenas un minuto los cohetes del torito y el castillo ya están chiflando, tronando echando chispas y dando vueltas de colores. Los cohetes atraen la atención de la gente, y pronto estan junto a ti Mariana, Julián y Pedro.
- ¡Qué bonito! - dice Mariana.
Tú les dices que encontraste las porterías.
- ¿Ya nos podemos ir a nuestra cas entonces? - pregunta Pedro, emocionado.
- ¿Dónde están? ¿Dónde? - pregunta Julián.
Tú les explicas que están ahí adentro, y señalas a las estructuras donde los cohetes están brincando y echando humo. Justo en ese momento el castillo y el torito se empiezan a quemar de verdad, y los cuatro se quedan congelados frente al espectáculo, con la boca abierta de la impresión de que las porterías se esten quemando y que de todas formas se vea tan bonito.

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Sigue...

domingo

14

Llegan los cinco a la calle por donde va a ser la misa, y apenas encuentran un lugar para entrar, porque las calles se van llenando poco a poco de personas.
- Casi todos vienen muy elegantes - te dice Mariana.
Y sí, todos los hombres de sombrero y saco, las mujeres de vestido largo. Todos están muy serios, callados, esperando a que empiece el ritual. Este pasa bastante rápido, y a la salida todo se transforma: puestos de comida, tamales, ponche, atole, garnachas. Más para allá hay loterías y se ve un grupo listo para empezar a tocar frente a una improvisada pista de baile. Luces y focos de colres están por todos lados.
La gente va entrando poco a poco, pagando su boleto, y van caminando rápido, por parejas o familias, a lo que más les interesa.
Los cuatro están asombrados, hay muchísimos colores, muchísimo ruido, la gente parece estar toda contenta, pasándosela bien. Es como ver una película vieja, pero a colores y en vivo.
- No lo puedo creer - dice Julián - todo lo que nos ha pasado es muy impresionante, pero esto debe ser lo más...
- Sí, lo más asombroso - dice Pedro.
Desde que acabó la misa no han visto a Don Fili, quien se fue a saludar a alguien y no ha vuelto a su lado. Deciden entrar a la fiesta, sólo que al llegar a la entrada les piden un peso a cad uno para entrar.
- Yo no tengo ni un clavo - dice Julián.
- Ni yo - dice Pedro.
- A ver, yo tengo... - dice Mariana, y saca un billete de 20 pesos.
Las dos mujeres que están recibiendo el dinero se quedan mudas, y observan el billete literalmente pasmadas.
- Pero esto no es dinero - dice una de ellas, arrugando el billete azul y plastificado con el rostro de Juárez - no es ni papel...
- ¿Cómo no va a ser dinero? - dice Julián - ¿qué no ve que ahí dice, Banco de México, 20 pesos...? - Pero mientras lo va diciendo se va dando cuenta de que los billetes seguramente no eran los mismos en 1944 que en el futuro y se queda callado.
- Mejor dale monedas, Mariana, ¿tienes? - dice Pedro.
- Sí, sí, esteeee, mejor monedas, miren... - contesta una de ellas, regresando el billete.
- Aquí tiene - dice Mariana, sacando cuatro monedas de a peso de su bolsa.
- ¡Esto tiene que ser una broma! - dice una de las señoritas - ¡Estas monedas son falsas! ¡Dicen: Año 2000!
En ese momento Don Fili, acompañado de la Maestra Delfina se acerca y le quita las monedas a la señorita.
- Disculpe a los niños, por favor, sólo querían hacer una broma. Aquí tiene los seis pesos de la entrada, incluyéndome a mí y a la señorita - dice, y le entrega seis monedas grandes y plateadas.
- Así sí, señor, pasen ustedes.
Al pasar Don Fili y la Maestra Delfina les dicen:
- Por favor vayan con cuidado, no anden diciendo por ahí que vienen de dónde vienen... quién sabe qué pueda pensar la gente. Una cosa es que nos hayan convencido a nosotros dos y otra cosa andar diciéndolo por ahí...
- Así que tengan, con esto debe de alcanzarles para casi todo lo que quieran hacer - dice Don Fili, y les da un peso a cada uno.
Examinas la moneda detenidamente. Tiene un sol de un lado y dice Un Peso, y del otro tiene el escudo de las monedas, pero se ve muy viejo. Además brilla mucho, mucho más que las monedas a las que estás acostumbrado. Preguntas por qué brillan tanto.
- Son de plata - dice Don Fili.
Julián mira su moneda, asombrado.

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Sigue...

13

Después de haber recorrido las calles de la colonia Pensil, y de haber visitado el Centro Escolar México en construcción, sin haber encontrado las porterías, los cuatro están bastante desilusionados.
- ¿Qué hacemos ahora? - pregunta Mariana.
- Pues igual y deberíamos ir a la fieste, ¿se acuerdan? - dice Julián, enseñando el papel que encontraron justo cuando llegaron del futuro, donde anuncian la fiesta de la Lupita.
- Sí, deberíamos ir a la fiesta, ya casi es hora de que empiece - dice Pedro.
- Tal vez deberíamos preguntarle a Don Fili si no quiere ir con nosotros - propone Mariana.

Todos están de acuerdo en preguntarle a Don Fili, a quien encuentran acomodándose su sombrero.
- ¿Listos para ir a la fiesta? - les pregunta - Primero es la procesión y luego ponen música y una carpa.
- ¿No, ps a poco nos vas a acompañar? - pregunta Julián.
- Pregunte con más respeto, jovencito. ¿Qué son esos modales?
Julián se queda callado y se pone rojo.
- ¿Va a venir con nosotros, Don Fili? - corrige Mariana.
- Más bien, ustedes van a venir conmigo. ¿Qué en el futuro ya no ahcen fiesta?
- Sí, si hacen la misma fiesta, pero ya no dejan quedarse hasta tarde por lo mismo: la gente se pone muy borracha y agresiva, dicen - contesta Mariana.
- Uy, pues que mal, digo, sí, siempre hay un borracho insolente, pero no es para dejar sin bailar al resto de la gente. Ahora lo van a ver, es algo tan divertido que no se debería perder...
- ¿Nos vamos a quedar hasta tarde en la fiesta? - pregunta Mariana.
- Hasta la hora que quieran, siempre que se queden cerca de mí.
- ¿De verdad? - pregunta Pedro - Órale, en el futuro no nos dejan, es muy peligroso, dicen...
- Bueno, pues estoy seguro de que no les va a pasar nada esta vez. Ahora vamos hacia Lago Gran Oso, por ahí es la misa, y luego podemos ir a la fiesta junto a la carpa - dice Don Fili.
- ¿Carpa? - pregunta Julián.
- Sí, ponen música, a veces hasta hay cine...

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Sigue...

viernes

12-4

- ¡Esperen! No se vayan - dice la Maestra Isa. - Supongamos que les creo... lo del futuro y las porterías y todo eso... ¿por qué no van a preguntar por las Calles de la colonia? Alguien tiene que saber algo sobre las porterías por ahí... Y si no, pueden acompañarme mañana en la mañana a la junta de los vecinos, alguien ahí tiene que saber dónde están, creo yo...

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Si no haz ido a la Calle, sigue leyendo.

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- Sí, supongo que podríamos ir a la calle... - dice Julián.
- Pues yo propongo que regresemos a ver si el polvo ya está soplando, para que nos lleve de regreso a nuestra casa sin perder más tiempo - plantea Pedro.

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Si decides regresar a ver si ya está soplando el polvo para que los lleve de regreso en ele tiempo, haz click aquí.
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miércoles

12-3

- ¿Están bien niños, de verdad?
- Sí - le contestas - parece que todos estan bien...
- ¿Qué hacen aquí, qué no ven que es peligroso? - se acerca a Mariana y le revisa la cabeza.
- Estamos bien - dice Julián - de verdad. ¿Es usted la Maestra Isa?
- Sí, ¿cómo saben?
- El señor que estaba poniéndole nombre a la escuela nos dijo... - le contesta Pedro, todavía un poco polvoso.
Después de un pequeño rato ya le han explicado lo de las porterías, lo que tiene que ver con que puedan regresar a sus casas y hasta lo de la nube de polvo.
La Maestra Isa se queda un poco pensativa y después les dice:
- ¿De verdad vienen del futuro? ¿Cuántos años en el futuro?
- Como 40... - dice Mariana.
- Y... y... - dice la Maestra Isa, incrédula - ...No. A ver, compruébenmelo.
Se quedan pensativos un rato, hasta que Pedro dice:
- Bueno, pues en el futuro la escuela ya está funcionando, y hay muchos alumnos...
- Pues no se adelantaron mucho porque apenas falta como un año para que inauguremos la escuela - dice la Maestra Isa. - No, eso no me convence de que vengan del futuro.
- ¿Cómo se llama usted? - pregunta Mariana.
- Me dicen Isa, pero me llamo Isalia...
- ¿¡Isalia!? - preguntan al mismo tiempo, asombrados, Mariana y Pedro.
- Sí, Isalia... ¿por qué el asombro?
- ¿Isalia Delfina? - pregunta Mariana.
- Sí.
- Es que usted va a ser la directora del Centro Escolar México durante muchos, muchos años...
- No... ¿cómo? ¿De verdad? - pregunta la Maestra Isa.
- Sí...
La Maestra Isa se queda callada, luego les pregunta:
- ¿Qué hacen aquí?
- Estamos buscando unas porterías... - empieza Julián.
- ...creemos que encontrarlas es la única forma de que regresemos al futuro - termina Mariana.
- ¿Porterías? No entiendo nada...
- Entonces, ¿no sabe dónde podrían estar las porterías? ¿Y las que van a poner aquí en el patio? - pregunta Pedro.
- No, no sé - contesta la maestra, bastante aturdida - a mí nada más me mandaron a ver si ya habían traído los pizarrones...
- Bueno, gracias - le dice Julián - nos vemos...
- ¡No! No, no se vayan - grita la maestra Isa - tengo una pregunta, a ver, si son del furturo, díganme cuándo va a acabar la guerra.
- No, ps... ¿cuál guerra? - pregunta Pedro.
- Ahhhhh, ya sé - dice Mariana - lo vimos en clase el otro día... si esto es 1944 debe estar la Segunda Guerra Mundial... que terminó en... no sé dónde... con la bomba atómica, en 1945, creo...
- ¿La qué? - pregunta la Maestra Isa.
- Ash, la bomba atómica, la del hongo - explica Julián. - No nos va a creer nunca - te dice a ti - ya vámonos.

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Sigue...

martes

12-2

Ya que están todos juntos, Pedro anuncia:
- Yo encontré los hoyos para las porterías...
- ¿Pero encontraste las porterías también baboso? - le pregunta Julián.
- No, pues no, pero...
- Entonces no me presumas, mocoso, ya de por sí estoy harto de estar aquí y de buscar esas estúopidas porterías... ¿por qué no hicmos unas nuevas de madera y ya, a ver, por qué? - le pregunta a Pedro mientras se le acerca, amenazadoramente.
- Pues yo ni sé, finalmente, y a fin de cuentas el baboso eres tú porque no se te ocurrió eso antes... - le responde Pedro, muy enojado.
Están a punto de golpearse, Mariana está escondida atrás de ti. Peor justo en el instante en el que parece que se van a dar el primer golpe, se escucha un gran crujido detrás de Julián. Pedro levanta la mirada y grita:
- ¡Cuidado!
Tú volteas hacia arriba y puedes ver como una de las paredes a medio construir se está cayendo, y parece que va a caerse justo encima de Julián.
- ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiiii! - grita Mariana.
Pero antes de que puedas hacer nada, Pedro agarra a Julián del cuello y lo jala lejos de donde, segundos después, cae la mitad de la pared con un gran estruendo y mucho polvo.
Cuando el polvo se disipa Mariana sale corriendo buscando a su hermano.
- ¡Pedro! ¡Pedro!
En el piso están Pedro y Julián, cubiertos de polvo. Se levantan, primero Julián y luego Pedro. Mariana pregunta:
- Pedro, ¿estás bien?
- Sí, sí, estoy bien - contesta, y tose un poco.
- Baboso, si no me hubieras jalado te hubiera metido tus buenos trancazos... - le dice Julián mientras se sacude el polvo.
- Pero, pero... - intenta decir Mariana, sin embargo, en ese mismo momento pueden oir una voz de mujer que les grita:
- ¿Están bien? ¿Niños, están bien? ¿No les pasó nada?
Es una señora bastante joven, que corre hacia ustedes, te imaginas que es la Maestra Isa.

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lunes

12-1-b

Piensas que deberían mejor ir abajo con Pedro, y aunque a Julián no le hace gracia que lo dejen subir solo, quedan en que él los va a alcanzar abajo en cuanto termine de ver que hay arriba.
El patio está en gran medida sin acabarse, con montañas de arena y de cemento en varias esquinas, listas para convertirse en recubrimientos, pisos y paredes.
En realidad no hay gran cosa en el patio, la escuela está toda en construcción.
Después de un buen rato de andar dando vueltas por el patio, Pedro se agacha como si fuera a recoger algo y dice:
- Miren.
Son unos agujeros en el piso, circulares, a la distancia perfecta para que quepan las porterías, pero no hay nada, ni rastro de las porterías en ningún lado.
- Pues aquí las van a poner, eso es un hecho - dice Pedro.
- Sí pero ahora hay que saber dónde están, cuándo y quien las va a poner... - contestas.
Se quedan calaldos los tres, como no hay nada más que ver en el patio deciden esperar a que Julián baje.
- ¿Para qué estaría una maestra aquí? - pregunta Mariana después de unos minutos de silencio - No es como si ya hubiera a quien darle clases...
- Igual y está supervisando que queden bien los salones - le contestas.
- Ahí viene el pesado ese - dice Pedro.
En efecto, Julián viene bajando las escaleras, en las manos trae un papel, que les enseña, donde se convoca a la junta de vecinos al día siguiente.
- Fue todo lo que encontré, no había más.

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sábado

12-1-a

Le dices a Mariana que mejor suben con Julián, y Pedro contesta, bastante enojado:
- Bueno, los veo abajo cuando se les de la gana - y baja las escaleras.
- Vamos - dice Julián.
Cuando suben se dan cuenta de que apenas estan terminando de construir el tercer piso, por lo que para subir hay que hacerlo por unas escaleras de madera que no se ven nada seguras.
- ¿Por ahí? - pregunta Mariana.
- Pues sí, no hay de otra - dice Julián mientras sube el primer pie - no se cae, si por aquí sube gente que pesa mucho más que tú.
Mariana empieza a subir cuando Julián va a la mitad de la escalera, pero apenas un par de escalones después parece que se va a resbalar.
- ¡Cuidado! - le dices, y te subes a la escalera para agarrarla.
- Ay, gracias. Puf, ni me iba a caer, pero qué susto...
- Yo desde acá te agarro - dice Julián desde arriba.
Y después de unos minutos ya subieron los tres, sólo para descubrir que en la parte de arriba hay muy poco que ver.
- Vaya, tanto para nada - dice Mariana.
- Oh, pues... - le contesta Julián.
Empiezan a caminar por lo que ahora es el techo, hasta que se te ocurre la idea de asomarte para ver cómo se ve hacia abajo. Puedes ver a Pedro en el patio principal, parece que se está agachando para recoger algo.
- ¡Mira lo que encontré! - te dice Mariana mientras te enseña un papel.
"Junta para decidir en qué se va a gastar el dinero de la colonia. Mañana. Frente a la Escuela."
- ¿Y eso para qué nos va a servir? - pregunta Julián acercándose.
- Pues quien sabe - dices - pero hay que guardarlo, quien sabe si necesitemos ir...
- Bueno, pero vamos para abajo de una vez, ¿no? - dice Mariana - No me gusta estar aquí arriba...
- Bueno, de todas formas aquí no hay nada - dice Julián.
Así que deciden bajar, esta vez con más cuidado y más lento que a la subida, para que Mariana no se resbale.

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Sigue...

viernes

12-1

- Vamos a preguntar en la escuela - dices - si las porterías estaban ahí, alguien debe saber dónde quedaron.
- Buena idea - dice Pedro - así nos podemos dejar un mensaje escondido en las paredes para cuando estudiemos ahí en el futuro.
- No seas baboso, baboso - le dice Julián.
- Bueno, andando - dices.
La escuela en construcción no queda muy lejos, de hecho queda exactamente frente al agujero donde aparecieron en el pasado. Eso quiere decir, claro, que el deportivo será construido justo enfrente de la escuela, pero no se sabe bien cuándo.
- Probablemente lo que tengamos que hacer es traer las porterías aquí para que aquí sigan cuando construyan el deportivo... - dice Julián.
- ¿Ah sí? ¿Y qué te hace pensar eso, eh? ¿Quién te lo dijo, sabelotodo? - le dice Pedro, enfrentándolo.
Es obvio que ya estan hartos uno del otro, y era sólo cuestión de tiempo antes de que se enfrentaran.
- Pues nadie me lo dijo, imbécil, yo creo que debe de ser así, y si no te parece nos podemos arreglar a golpes - le dice Julián a Pedro, mientras se golpea la mano.
- ¡Basta! ¡Basta ya! - grita Mariana - Suficientemente malo es que estemos lejos de nuestra casa como para que además tengamos que estar peleando por cositas.
Pedro y Julián se quedan callados. No se miran ni se dicen nada, pero al menos ya no se agreden.
Un par de minutos después del enfrentamiento ya estan los cuatro en el patio de enfrente del edificio de la escuela. En el edificio principal, hasta arriba, hay un hombre trabajando en la fachada.
- ¡Hola! - le gritas.
El hombre voltea y pregunta:
- ¿Me hablan a mí?
- Sí - le conestas.
- ¿Qué quieren? - pregunta el hombre.
- ¿Hay alguien aquí con quien podamos hablar?
- Sí, adentro está la Maestra Isa. Si quieren pueden ir a hablar con ella.
Miras la construcción, pero te das cuenta de que aunque ya casi está acabada, entre polvo y paredes desnudas, y sin luz, va a ser muy difícil que encuentren a la maestra.
- ¿Dónde la encontramos? - preguntas.
- Debe de estar en el segundo piso, los acompañaría pero estoy muy ocupado poniéndole nombre a la escuela... - y se voltea para seguir trabajando. Sólo entonces te das cuenta de que tiene unas letras de metal en la mano, una Ce, una E, y sonríes.
Pasan por la puerta central de la escuela, que todavía no está puesta, y suben las escaleras al segundo piso, te imaginas que la maestra estará en las oficinas de la dirección, pero no hay nadie ahí, de hehco no hay oficinas, sólo hay un cuarto vacío y a medio pintar.
- ¿A dónde vamos? - pregunta Mariana.
- Pues yo voy a bajar, yo creo que si las porterías estan en algún lado las deben de haber puesto en el patio - dice Pedro.
- Pues yo con el mocoso no voy a ningún lado, así que voy a ver la parte de arriba - dice Julián.
- Yo voy contigo - te dice Mariana - no tengo ganas de ir yo sola con alguno de estos dos para que se estén quejando del otro...

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(11-F-12)

- Yo también ya estoy cansado - dices - vamos a ver si el aire ya está soplando otra vez y nos lleva de regreso a nuestra época.
Puedes ver cómo Mariana se pone muy triste, parece que tiene cganas de llorar cuando se voltea, pero no dice nada.
- Bueno, así mejor - dice Julián.
- Ajá - dice Pedro, bostezando - yo tabmién estoy muy cansado. Seguro algun día pondrán las porterías y podremos jugar, no importa. Lo que importa es ir de regreso...

Así que van caminando otra vez hacia el gran agujero en el suelo frente a la escuela en construcción, donde, saben, los estará esperando el deportivo cuando regresen al futuro. Y esta vez tienen suerte, o al menos eso parece, porque en cuanto llegan al hoyo el aire empieza a soplar cada vez más y más fuerte. Los cuatro se ponen muy muy contentos de estar envueltos en una nube de polvo que poco a poco va formando un torbellino. Al poco rato no ves nada y apenas alcanzas a sentir como el viento te tira al suelo...

Cuando despiertas apenas y puedes respirar. Te arden los ojos muchísimo y empiezas a toser. Te levantas poco a poco pensando que igual y la nube de polvo sigue envolviéndote, pero de polvo no hay nada. Poco a poco Mariana, Julián y Pedro empiezan a levantarse, pero también tosen mucho. Están en el deportivo, sí, pero todo es gris y obscuro, todo parece cubierto de una nube negra. Las paredes están manchadas de hollín, todo está roto y descuidado. Además no hay nadie, ustedes cuatro son los únicos que están ahí. Después de un rato sin entender qué pasa, salen del deportivo a la calle, esperando ver a alguien. Pero la calle está obscura, cubierta con la misma niebla negra y espesa. Mariana se pone a llorar. ¿Dónde estamos?, pregunta muchas veces. Después de unos minutos aparece un gran camión cerrado y blanco, muy silencioso, del que se bajan unos señores vestidos como astronautas. Los suben al camión a la fuerza y los examinan muchas veces, sin decirles nada...

Un par de días después se dan cuenta de que debieron de haber regresado a un futuro equivocado, porque un doctor les dice que es 1998 y que nadie vive en la Ciudad de México, y menos en colonias del centro como la Pensil porque desde hace muchos años el aire está tan contaminado que no se puede respirar.


FIN


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11-2

Después de pensarlo un buen rato, deciden que sí, de alguna forma alguien tomó las porterías de donde sea que hubieran estado y las pintó de café, pero ahora falta saber quién y para qué, para poder saber dónde están.

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- ¿Qué hacemos? - pregunta Pedro - ¿Vamos a la escuela a preguntar o no?
- ¡Pues yo ya estoy harto! ¡Harto de TODO ESTO! - grita Julián - Yo quisiera mandar todo a volar y ya... ¿por qué no vamos a ver si el maldito polvo ya está soplando otra vez para que nos lleve de regreso a nuestra casa?
- Podría ser que la polvareda simplemente nos llevara de regreso así como nos trajo, ¿por qué no?... - dice Mariana

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jueves

11-1-b

- Mejor vamos a ir con Julián, Pedro - le dices - tengo un presentimiento sobre lo que podríamos encontrar por esas calles.
- Está bien - dice Pedro - nos vemos aquí en una hora.
Así que Julián, Mariana y tú se encaminan hacia donde suponen estarán las calles y cerradas de Lago Ammer. Primero caminan por Lago Ness, dando vualeta a la izquierda en la primara callecita que se encuentran. Al dar la vuelta Mariana dice:
- Oigan, esta es mi calle.
- ¿Cómo? - pregunta Julián.
- Sí, aquí vivo yo. Ahí debería estar mi casa, justo donde está esa barda llena de tierra.
Se acercan para ver qué hay detrás de la barda, pero no alcanzan a ver nada.
- Bueno, vámonos, lo que importa es que mi casa esté ahí cuando volvamos.
Al fondo la calle se angosta y da la vuelta a la derecha, sólo que ninguno recordaba que fuera así, y la siguen.
De pronto ya estan perdidos, han dado muchas más vueltas de las que esperaban, y estan a punto de desesperarse cuando al dar una vuelta más se encuentran con una calle que Julián reconoce:
- Esta es la primera cerrada de Lago Ammer, estoy seguro, esta pared la reconocería donde fuera.
Al fondo, del otro lado de la calle, alcanzan a ver a un grupo de muchachos sentados, que los miran. Uno de ellos se levanta, pero se recarga contra la pared. No alcanzas a ver su mirada, pero algo no te gusta. Julián avanza y dice:
- Si alguien sabe algo sobre las porterías por aquí, deben ser ellos. Vengan.
Pero mientras se acercan vas sientiendo miedo, como si ya hubieras pasado por aquí antes. Estás pensando exactamente eso cuando sientes la mano de Mariana que agarra la tuya.
- Tengo miedo - te dice, muy bajito.
Julián ya va muy adelante, ya casi llega a donde están los muchachos. Vengan, les grita.
- Vamos - le dices a Mariana, tragándote tus propias preocupaciones - no tengas miedo, no pasa nada.
Cuando se acercan a los tres o cuatro muchachos que están en la calle, el que se levantó y se recargó contra la pared dice arrastrando la voz y con mal aliento:
- Buenas.
- Esteee, hola - dice Julián - oigan, disculpen, andamos buscando unas porterías...
- ¿Unas qué?
- Porterías, ya sabes, para jugar fútbol.
- Mmmm. No... - pausa - creo que había unas ahí donde ahora están construyendo la escuela...
- Sí, pero ya no están ahí - contestas bajito.
- Ahhhhhhhh. Nooooo. Ps entonces no sé. Casi no nos enteramos de nada, no nos movemos mucho de aquí - y señala al otro lado de la esquina, donde se alcanzan a leer dos letreros que dicen "Pulquería", uno frente al otro. - Pero igual ahí adentro alguien sabe algo, si quieren los acompaño y de perdida hasta me invitan un pulquito.
Los tres se quedan callados, hasta que dices:
- No, mira, lo dejamos para más al rato mejor, ¿no? Ahorita vamos a buscar mejor por otro lado.
- Sale pues - te contesta y se vuelve a sentar en el suelo.
Salen de la calle y se encaminan de vuelta hacia casa de Don Fili, cabizbajos. Vas pensando que no sirvió para nada ir con Julián, cuando en el suelo ves algo que te llama la atención. Son unas mancahas en el suelo, cafés, con el contorno de unos tubos, que podrían ser o no las porterías. Julián levanta un bote casi vacío de pintura café.
- ¿Crees que esto tenga algo que ver con las porterías?
- No sé, tal vez, vamos a llevárnoslo y se lo enseñamos a Pedro.

Pedro todavía no ha llegado cuando regresan a casa de Don Fili, así que se sientan a esperarlo. Cuando llega les enseña lo que encontró: una red de portería, con manchas de la misma pintura café. Por más que tratan, ninguna de las dos cosas tiene sentido...

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Sigue...

11-1-a

Decides que lo mejor será acompañar a Pedro rumbo al mercado.
- Algo me dice que por ahí encontraremos algo - dices.
Se quedan de ver con Julián frente a casa de Don Fili en una hora y Marian Pedro y tú se encaminan hacia Lago Naur por Lago Ginebra, una de las pocas calles que parece estar pavimentada. Pedro comenta algo acerca de qué bueno que las calles ya estan pavimentadas en el futuro, porque sería muy molesto jugar en la tierra.
- Hay cosas más importantes que jugar en las calles, Pedro - le dice Mariana.
Pedro voltea para otro lado fingiendo que no le importa lo que dijo, cuando dice:
- ¡Miren!
Al frente y hacia la izquierda está el mercado, o lo que parece ser el mercado porque es mucho más pequeño de como lo recuerdan los tres, rodeado de coches viejísimos que parecen nuevos, muy altos y redodndos, casi todos negros, circulando por las calles. También hay muchas camionetas y camiones, muy viejos, cargados de muchas cosas, sacos y bolsas, dando la vuelta muy cerca de la esquina del mercado.
- Vaya - alcanzas a decir.
A un lado del mercado pueden ver un gran agujero, muy parecido a aquel por donde aparecieron en el pasado, sólo que mucho más profundo y angosto.
¡Cuidado con la Curva! Dice la señal donde todos los camiones dan la vuelta.
El mercado se ve muy ajetreado, pero eso no es lo que te interesa, lo que te llama la atención es un pedazo de tela en el fondo del agujero de "la curva", que parece como una especie de...
- ¿Qué ves? - pregunta Mariana.
- Pues eso - le dices, señalándolo - no sé que sea - Mientras bajas un poco para acercarte a verlo.
- Con cuidado - dice Pedro.
Al acercarte te das cuenta de lo que es y lo levantas:
- ¡Es una red, con manchas color café! - gritas, después sales del agujero otra vez.
- ¿Una red? - pregunta Pedro - ¿De portería?
- Parece que sí, ¿cómo llegó aquí? - pregunta Mariana.
Voltean a su alrededor, pero no ven ningún indicio de que alguien pudiera haberla llavado ahí.
- Esto es muy sospechoso... - empiezas a decir, cuando se acercan un par de señoras y señalando la red en tus manos, dicen:
- ¡Mira, una red! ¿Para que la querrán? ¿Para pescar en el río? - y se ríen muy fuerte.
Mariana se les queda viendo y un segundo después corre a preguntarles:
- Disculpen, ¿de qué río estaban hablando?
- Pues del Río San Joaquín, ¿cuál otro, niña? - contestan, y se van.
- Qué raro, ¿no es una calle, Río San Joaquín? - te pregunta Pedro.
- Creo que sí... - dices, y empiezas a caminar rumbo a donde sabes que está la calle. Pedro y Mariana te siguen, y dos cuadras de terracería después encuentran que, desde donde debería estar el metro, no se alcanzan a ver los puentes de Río San Joaquín, sino la orilla de un río de verdad.

Después de verlo un rato en silencio, y de acercarse para ver si es cierto, Pedro dice:
- Ahora seguro nos van a salir que en Lago Naur y en Lago Ginebra también había un lago, ¿no?
Se miran unos a otros, encogidos de hombros, y deciden que ya es hora de regresar a ver qué le pasó a Julián.

Cuando vuelven Julián está sentado afuera de casa de Don Fili, esperando. Le preguntan si sabe algo de las porterías, pero dice que no encontró nada mas que un bote de pintura café casi vacío. Ustedes le enseñan la red con manchas del mismo color café, pero la verdad es que ninguna de las dos cosas les dice nada...

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Sigue...

11

- Deberíamos empezar por la calle, a ver si de casualidad encontramos las porterías tiradas por ahí, o preguntar si alguien sabe dónde pueden estar.
- Es una buena idea - dice Julián, - vamos.
- Regresen cuando quieran - les dice Don Fili mientras se van los cuatro.

Una vez fuera de casa de Don Fili surge el problema de por dónde empezar a buscar.
- ¿Para dónde vamos? - pregunta Mariana.
- Yo voy a ir para allá, ¿vienen? - dice Julián, señalando en dirección a Lago Ammer
- Pues yo creo que deberíamos ir para allá - dice Pedro señalando en dirección hacia Lago Naur, y al mercado. - Además yo no quiero ir a ningún lado contigo - le dice a Julián.
- Pues me importa poco - le contesta.
- Yo... yo creo que yo voy a ir contigo a donde vayas - te dice Mariana, un poco apenada - la verdad es que me da miedo... Así que tú decide a dónde vamos.

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domingo

10

Una vez en casa de Don Fili los cuatro se cambian de ropa y se ponen la que trajo él. Cuando ya termianron todos de cambiarse dice:
- Bueno, pues si no saben cómo regresar a su tiempo, yo creo que deberían de empezar por pensar en qué los trajo aquí en primero lugar...
- ¿Cómo? - pregunta Julián.
- Sí - contesta Don Fili - algo habían dicho de unas porterías perdidas o algo así, creo recordar. Pues creo que es cuestión de que empiecen por ahí. Es decir, piensen en buscar las porterías primero y luego tal vez sea más fácil regresar.
- Sí, tal vez... - dices.
Volteas a tu alrededor. Tal vez Don Fili tiene razón, no puede ser tan difícil conseguir unas porterías, ni esconderlas, y después de todo estas siguen siendo las mismas calles que tú conoces. La búsqueda no puede ser muy larga.
- Está bien - dice Mariana - pero, ¿por dónde empezamos a buscar?
- Bueno, podrían darse una vuelta por las calles, o tal vez podrían ir a la escuela en construcción, mientras esperan a que sea de noche para ir a la fiesta de la colonia y ver si estan usando las porterías viejas para algo...
- ¿Qué hacemos? - te pregunta Pedro.

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9

Después de un buen rato Mariana rompe el silencio haciendo la pregunta que todos tienen ganas de hacer:
- ¿Entonces sí viajamos al pasado?
Todos se quedan callados.
- Quisiera decir que es imposible, pero parece que sí... - dices tú.
- ¡Uts! - dice Julián - ¿Y ahora qué hacemos?
- Creo que hay que intentar regresar - dice Pedro.
- Eso me queda claro, baboso, pero ¿cómo? - le pregunta Julián.
- A ver, hay que pensar un poquito, ¿cómo llegamos aquí? - pregunta Mariana.
- Pues con el polvo, según yo - le contestas.
- Entonces hay que intentar regresar con el polvo - dice Mariana.

Más tardó ella en decirlo que todos en estar de regreso juntos en el agujero frente a la escuela en construcción donde antes habían aparecido.
Pero pasa el tiempo y no pasa nada. El viento no sopla. Julián se pone a patear el suelo, cada vez más fuerte.
- ¿Qué haces? - le pregunta Mariana.
- Pues si no hay viento, yo voy a levantar mi propio polvo - dice.
Todos se ponen entonces a patear el suelo, y logran levantar un poquito de polvo, pero nada comparado al de la mañana. Al final, tosiendo, escuchan una voz conocida que desde arriba dice:
- O a ustedes les gusta mucho el polvo o hay algo que no he entendido todavía.
Es Don Fili, quien les ayuda a salir del hoyo otra vez.
- Es que viajamos en el tiempo cuando estaba soplando el polvo en este lugar... - dice Mariana.
- Tengo miedo de preguntar pero, ¿qué hay en este lugar en el futuro?
- Un deportivo - dice Pedro - con canchas de futbol alberca y gimnasio.
- Vaya que viven bien en el futuro - dice Don Fili y voltea a su alrededor - gimnasio, alberca...
Y sacudíendose el polvo regresan a su casa.

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Sigue...

viernes

8-1

Ahora son ustedes los que cuidan al desmayado Don Fili, quien al poco rato despierta.
- Pensé que todo había sido un sueño, pero siguen aquí... - dice.
- Sí, yo también quisera que esto fuera un sueño - dice Mariana - pero aquí seguimos.
Después de un rato de mirarlos detenidamente, Don Fili dice:
- Bueno, supongo que los tengo que ayudar a que regresen a su tiempo, o lo que sea, porque creo que esto tampoco es una broma... asi que voy a conseguirles un poco de ropa normal, no pueden andar vestidos así por la calle, la gente va apensar que van disfrazados o algo así... Nada más no se me vayan a mover de aquí, ¿está bien?
- Está bien, Don Fili - le dicen Pedro y Mariana.
- Oiga, Don Fili - pregunta Julián - ¿No tiene tele?
- ¿Qué?
- Tele, televisión, que si no tiene una tele, porque el partido...
- ¿Televisión? No ps... eso ni sé que sea... bueno, nunca he visto una, he oído hablar de ellas... - hace una pausa - ¿son muy comunes en el año 2000?
- Uy, sí, en todos lados hay televisiones... - contesta Pedro.
Don Fili se queda callado y dice:
- En fin, no tardo en regresar... - después sale de la casa.
Mariana, que apenas estaba sentada en el piso, te mira preocupada. Julián y Pedro tienen la mirada agachada. Se quedan callados un buen rato.

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miércoles

8

- La gente me dice Don Fili - les dice a Pedro, Julián y a ti el señor flaco de la bicicleta mientras les sirve un poco de sopa en el pequeño cuarto que le sirve de casa. Mariana está acostada en lo que parece ser la cama de Don Fili,.
- Pero anden, coman, no dejen que se enfríe la sopa - la verdad es que los tres tienen poca hambre, pero empiezan a comer de todas formas, - se quedaron muy callados desde que se desmayó su amiga, pero no se preocupen, ya está bien, solamente le hace falta descansar.
- Es que estamos perdidos, bueno, es decir, no sabemos dónde estamos, o bueno, sabemos dónde estamos pero no sabemos cómo llegamos aquí... - intenta explicar Pedro.
- Callate, menso, ¿qué no ves que no se te entiende nada de lo que dices? - lo interrumpe Julián.
- A ver, a ver, mejor ¿por qué no me explicas tú? - te pregunta.
Tú tragas una cucharada de sopa y luego le dices a Don Fili que en realidad no sabes cómo llegaron hasta ahí.
- Pero algo debían haber estado haciendo para perderse, ¿no? - pregunta - ¿Qué andaban buscando?
- Pues... unas porterías - le contestas.
Puedes ver cómo Julián y Pedro te ven de manera extraña. Tú no puedes hacer nada mas que encoger los hombros.
- ¿Unas porterías? ¿Para jugar futbol? ... No entiendo.
- ¿Que aquí no se juega futbol? - pregunta Julián - ¿Qué podrían hacer con unas porterías mas que usarlas para jugar?
- Pues no sé, no me suena lógico que se hayan perdido buscando unas porterías... ¿de verdad no saben de dónde vienen? - dice Don Fili mientras te sirve agua.
En ese momento Mariana se levanta y voltea a su alrededor, Don Fili se le acerca con un plato de sopa en las manos. Ella le pregunta:
- ¿Dónde estamos?
- En mi casa - le contesta él.
- ¿Qué año es?
- Ay, niña, de verdad me preocupas, ¿no habrás perdido la memoria? Es 1944.
Mariana vuelve a gritar y está a punto de desmayarse. Pedro también se pone pálido, casi como fantasma.
- Pero niños, ¿qué les pasa?
- Es que eso no puee ser - dice Julián - esto no puede ser 1944. Yo nací en 1989...
Ahora es Don Fili quien pone cara de haber visto un fantasma. Todos se quedan callados un muy buen rato.

- A ver, explíquenme - dice Don Fili - dicen que viajaron del futuro, ¿no? ¿Tienen algo para demostrarlo?
- Sí - dice Mariana, y saca un papel - estas son mis calificacipnes de la escuela, que me dieron hace una semana...
Y enseña el papel que dice hasta arriba:
"Centro Escolar México. Colonia Pensil. Calificaciones de Mariana... Fecha: 28 de Octubre de 2004."
- ¡¡¿Del año 2000?!! ¿¡¡¿Vienen del año 2000?!!?
- Del 2004 - Dice Julián, y Don Fili se desmaya.

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lunes

7

- ¿Cómo? - dice Pedro, recogiendo el papel.
Julián se lo arrebata de las manos y lo lee detenidamente.
- No puede ser, - dice - seguro se equivocaron en la impresión.
Se quedan todos callados, todo queda en silencio. Volteas a todos lados.
- Igual y si pasa alguien le podemos preguntar dónde estamos.
Desde el final de la calle de terracería ves venir a un señor flaco en bicicleta. Todos deciden que debes ser tú el que le pregunte, porque fue tu idea. Así que cuando está lo suficientemente cerca, le preguntas:
- Disculpe señor, estamos perdidos. ¿Nos podría decir dónde estamos?
- Ah, caray. Pues esta colonia es la Pensil, ¿a dónde iban ustedes?
Sientes que la sangre se te baja de la cabeza, puedes oir a Mariana que da un gritito.
- No te espantes niña, no es un barrio tan feo o tan peligroso como parece. Lo estan mejorando mucho, hasta una escuela estan construyendo ya: miren, - dice el señor flaco y señala el edificio en construcción frente al hoyo del que acaban de salir.
Tú estás mudo, absolutamente mudo.
- ¿C-c-cómo se llama e-esta calle? - tartamudea Julián
- Se llama Lago Trazimano, de hecho yo vivo aquí cerquita. Si quieren les puedo decir cómo salir de aquí.
En ese momento Mariana se desmaya de la impresión, y Pedro, pálido, se queda paralizado y no hace nada, parece que está llorando. Tú apenas y puedes agarrarla para que no se caiga al suelo.
- Mariana, marianita - le dices.
- ¡Niña! ¿Qué tiene la niña? - pregunta el señor flaco mientras se baja de la bicicleta y se acerca.
- Pues, pues... no, no... - apenas dice Julián.
- No puede ser. Seguro no han comido nada, - y levanta a Mariana en brazos. - Vengan, vamos a mi casa, ahí les doy algo de comer y agua.
- Tú - te señala - traete la bicicleta.
Y los tres lo siguen, sin decir una sola palabra.

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6

Cuando abres los ojos ya no estás en la cancha del Deportivo.
Es más, ni siquiera estás en el Deportivo, estás en un hoyo de tierra, grande y profundo, muy irregular, en el que nunca habías estado. Estás en un lugar desconocido, sin embargo tienes la sensación de haber estado aquí antes.
Junto a ti, en el suelo, están Pedro, Mariana y Julián. La verdad es que estás francamente asustado.
En ese momento Pedro, Mariana y Julián empiezan a reaccionar.
- ¿Dónde estamos? - preguntan.
Tú contestas que no sabes nada.
- ¡Cómo! ¿Dónde está deportivo? ¿Dónde quedó la gente? - grita Julián y se pone a patear la tierra.
Puedes ver que Pedro no ha dicho nada, está muy quieto.
- ¿Te pasa algo, Pedro? - le pregunta Mariana.
- Quiero que regresemos a nuestra casa, ya. Esto no me gusta - dice.
- A mí tampoco me gusta nada... - le dices tú.
- No, ni a mí, mocoso, y por eso hay que averiguar quién nos puso aquí, dónde estamos y dónde están nuestros uniformes, para poder regresar - interrumpe Julián.
Un par de minutos después ya se estan sacudiendo el polvo y listos para salir del hoyo de tierra. Mariana dice que encontró un pedazo de teirra con forma de escalera, y propone que suban por ahí.
Al salir se encuentran con que están en una calle amplia, vacía y sin pavimentar. Enfrente de ustedes, en frente del hoyo del otro lado de la calle, hay una construcción que parece estar a punto de ser terminada.
- Ese edificio en construcción se parece a algo... - dice Pedro.
- A tu trasero se parece - dice Julián sacudíendose tierra de las manos.
- No, sí se parece a algo... - empiezas a decir, cuando Mariana dice, muy quedito:
- Miren esto...
Está señalando al suelo, hay un papel tirado que dice:
"¡Fiesta Anual de la Pensil, 1944! ¡Musica Viva! Entrada 1 peso."


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domingo

5

Desde donde estás puedes ver cómo el viento comienza a levantar el polvo de la cancha.
Primero en forma de un pequeño torbellino en la otra esquina de la cancha, luego sigue creciendo, más y más. Cuando empieza a moverse y el viento sigue soplando cada vez más duro te das cuenta de que no puedes dejar de mirar al torbellino. El polvo dando vueltas y vueltas se ve muy bonito.
Pero de pronto el viento deja de soplar. Todo se queda en calma por unos minutos, pero de pronto el aire vuelve a soplar más fuerte.
El polvo se levanta de un lado de la cancha, primero como si mucha gente estuviera pateando el piso, luego como una nube.
Antes de que puedas reaccionar la nube de tierra se convierte en una ola que gira sobre sí misma, que crece y crece y viene hacia ti, cada vez más rápido.
De pronto te envuelve. Estás rodeado de una lluvia de pequeñas piedras y polvo.
Alcanzas a taparte los ojos, pero sigues sintiendo como si estuvieras dando vueltas y vueltas, haciendo que caigas al suelo y que cierres los ojos...

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viernes

4

- Mejor nos quedamos, podemos patear el balón un rato aquí sin que nadie nos moleste, además la calle va a estar tan llena que no vamos ni a poder jugar - les dices a Pedro y a Mariana.
- Bueno, yo voy a preguntar qué ha pasado con la búsqueda de las porterías en lo que ustedes juegan un rato - dice Mariana.
Después los deja solos, y Pedro saca el balón que traía. Se ponen a jugar dominadas un rato, luego juegan a los cabezasos, a los penalties sin portería, obviamente, a ver quién le pega más duro al balón, a que el otro intente quitártela y a casi todo, durante más de una hora. Después se sientan a descansar en las gradas. Alcanzan a ver cómo la discusión sobre las porterías entre los papás, los entrenadores, los árbitros y los encargados del Deportivo no ha acabado, y además ya está la policía por ahí, preguntando y viendo.
- Ya en serio, ¿dónde estarán las malditas porterías, Pedro? - le preguntas.
- Uy, si yo supiera, mira - y chifla.
En ese momento se arma un gran alboroto. Toda la gente que estaba frente al puesto de papas y refrescos se mueve de un lado a otro. Algunos salen, otros más vienen hacia la cancha, unos gritan y hasta se insultan. Tú y Pedro ven a Mariana que se acerca a ustedes, muy apurada, acompañada de Julián.
- ¿Qué creen? ¡¿Qué creen?! - grita Mariana.
- ¿Aparecieron las porterías? - pregunta Pedro.
- No, mocoso, ¿cómo crees? - contesta Julián de un grito mientras se acerca más. - Llegaron los de la tele.
- ¿De verdad? - preguntas.
- Sí, sí, - dice Mariana, casi sin aliento, muy emocionada - se acaban de bajar con cámaras y todo, vienen de las noticias por lo de las porterías robadas. Ya hay un chorro de gente ahí afuera y ya no estan dejando entrar a nadie al deportivo.
Por primera vez los cuatro estan de acuerdo en algo: la forma más fácil de salir en la tele es esperarse en la cancha a que lleguen los reporteros a filmar que no hay porterías.
Justo están hablando de lo emocionante que va a ser salir en la tele y de cosas por el estilo, cuando el viento comienza a soplar, cada vez más y más fuerte...

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jueves

3-2

Regresan caminando al Deportivo. Cuando ya están cerca te das cuenta de que la gran cascarita se ha convertiod en muchas muy pequeñas, en una gran desorganización. Pedro dice que tiene sed, y Julián y tú dicen que no estaría mal comprar un refresco en el puesto de dentro del Deportivo, así que vuelven a entrar.
Apenas les están dando sus envases con popotes cuando ves que Mariana viene corriendo hacia ti.
- ¿Qué creen? ¡¿Qué creen?! - grita Mariana.
- ¿Aparecieron las porterías? - pregunta Pedro.
- No, no no... ¡Vinieron los de la tele!
- Ah, ¿cómo crees? - dice Julián.
- Sí, sí, - dice Mariana, casi sin aliento, muy emocionada - se acaban de bajar con cámaras y todo, vienen de las noticias por lo de las porterías robadas. Ya hay un chorro de gente ahí afuera y ya no estan dejando entrar a nadie al deportivo.
Por primera vez los cuatro estan de acuerdo en algo: la forma más fácil de salir en la tele es esperarse en la cancha a que lleguen los reporteros a filmar que no hay porterías.
Justo están hablando de lo emocionante que va a ser salir en la tele y de cosas por el estilo, cuando el viento comienza a soplar, cada vez más y más fuerte...

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3-1

A la mitad de la calle ves a unos cahvos sentados en el suelo. Los has visto antes, siempre andan dando vueltas por ahí en bola, tres o cuatro siemrpe juntos y con alguna chava que seguro será la novia de alguno o algo así. También sabes que a veces son buena onda, al menos nunca se han metido contigo.
Julián se les acerca, Pedro y tú van detrás de él.
- ¿Quiubo mi buen? - le dice a uno mientras se dan la mano con un tronar de dedos.
- Pus, aquí nomás, compa... - le contesta desde el suelo - ¿y esos quienes son? - pregunta, señalando a Pedro y a ti.
- Ah, pues son unos chavos que juegan al futbol en el Pavón.
- Ah, chido... - pausa - ¿y qué? ¿Vienen buscando acción? - pregunta, y le ofrece un bote a Julián.
- No, ahorita no, mi buen, gracias. Venía a ver si tú no sabías quién se llevó las porterías.
- Ahhhhhhhhhhhh. Tssssssssssssssssssss. ¿A poco se robaron las porterías del Pavón?
- Sí - dices tú.
- Ahhhhhhhh. Nooooo. Ps no sé. Es lo primero que oigo, no nos hemos movido de aquí desde anoche.
Pedro y tú se miran, y luego a Julián.
- Bueno, gracias carnal - le dice Julián.
- No, de nada compa, de nada - deice inclinando la cabeza casi hasta tocar el suelo - ahí luego nos vemos.
Cuando salen de la calle, Pedro no puede evitar decirle a Julián:
- No, pues sí que se enteran de todo - y chasquea la lengua.
- Oh, pues se les va el avión, ¿qué quieres?

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3

- Mejor vamos a jugar a la calle, ¿qué hacemos aquí perdiendo el tiempo? - dices, y Pedro está de acuerdo contigo.
Una vez que están fuera del Deportivo Pavón, ves que Julián y otro par de chavos ya organizaron una cáscarita en la calle entre frente al Centro Escolar México, donde tú, Pedro y MAriana van a la escuela.
- Bueno, yo voy a preguntar qué ha pasado con la búsqueda de las porterías en lo que ustedes juegan un rato - dice Mariana, y se mete de nuevo al deportivo.
-Como que hay demasiada gente jugando, ¿no crees? - pregunta Pedro.
Hay más de 20 chavos en cada equipo de la cascarita, todos intentando divertirse persiguiendo el balón.
- Sí, mejor nos sentamos aquí y esperamos a que se cansen para organizar unas retas, ¿no? - le dices a Pedro.
No pasa mucho tiempo hasta que Julián se acerca a platicar con ustedes.
- Eso no es ni jugar futbol ni hacer nada, - dice - ya llevo 20 minutos corriendo y apenas he pateado el balón dos veces.
Los tres se quedan callados un par de minutos mientras miran a los otros gritar y correr.
- ¿Me acompañan a preguntarle a un amigo a ver si no sabe qué les pasó a las porterías? - les pregunta Julián.
- ¿Y tu amigo por qué va a saber qué les pasó a las porterías? - pregunta Pedro.
- Oh, pues es que él siempre se entera de todo lo que pasa por aquí.
- Vamos - dices - al fin no estamos haciendo nada aquí sentados.
Así que se encaminan primero a la calle Lago Naur, cruzan unas tres o cuantro cuadras siguiendo el sentido de la calle y se acercan a la calle Lago Ammer. Cuando ves la calle sientes que tienes un mal presentimiento de lo que va a pasar y te quedas parado. Pedro y Julián se dan cuenta y te miran.
- Vente, no pasa nada - dice Julián.
Vuelves a caminar, pero no muy convencido.

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sábado

2

Justo entonces escuchas una voz que desde atrás de ti pregunta:
- ¿Ustedes no sabrán de casualidad qué pasó con las porterías, o sí?
Es Julián, tiene 16 años y es por mucho el más viejo de todos los que juegan en los equipos a los que se enfrentan Pedro y tú todos los fines de semana. No es que sea muy malo ni muy bueno jugando, es solamente que le pega muy duro al balón porque es el más alto. Sabes que Pedro le tiene miedo porque una vez se empezaron a pelear y Julián sí le alcanzó a pegar fuerte un par de veces antes de que los separaran.
- No, no sabemos nada - le dices a Julián.
- Pues que raro, porque él estaba aquí antes que todos - dice señalando a Pedro.
- Nnno, yo no sé... - balbucea Pedro.
- A mí se me hace que tú escondes algo - dice Julián y se le acerca mucho.
- No, de verdad que no, Julián, ¿a poco crees que me llevé cargando las porterías a mi casa? - le dice Pedro.
- Mira mocoso, nomás porque está tu hermana aquí no te parto la...
- Bueno, ya, ya bájenle. Ni modo se peleen por algo de lo que nadie tiene la culpa - dices tú.
- Pero alguien tiene que tener la culpa. Alguien, en algún lugar tiene que tener la culpa de que no podamos jugar futbol - dice Julián.
- Pues de poder, podemos - dice Pedro - la cancha sigua aquí.
- Sí, baboso, pero no tiene caso jugar en una cancha tamaño profesional si no hay porterías. Para eso jugamos en la calle - le contesta Julián.
- Pues no es tan mala idea - aporta Mariana, que había estado muy callada jugando con su pelo largo y rizado - ¿por qué no organizas un partido en la calle, mejor, y dejas que los grandes averigüen dónde quedaron las porterías?
- Ah, pues sí, ¿verdad? - se queda pensando Julián. - ¿Ya viste, mocoso? Hasta tu hermana es más lista que tú.
Alcanzas a ver cómo Pedro se empieza a poner rojo y aprieta los puños, lo que hace cuando se enoja mucho. Sin embargo para cuando está a punto de decirle algo a Julián, o de golpearlo, éste ya está muy lejos, diciéndoles a los de su equipo que mejor se vayan a echar la cáscara a la calle. Pedro patea la tierra un par de veces, y levanta bastante polvo.
- ¿Qué hacemos? - te pregunta cuando se le pasa el coraje.
- Pues...
- Podrían ir a jugar a la calle, con los demás, - dice Mariana, - o podríamos quedarnos aquí otro rato a ver si aparecen las porterías.

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¿Qué decides?

Si quieres ir a jugar a la calle, con Julián y los demás, ve al 3.
Si decides que mejor te quedas por si aparecen las porterías, ve al 4.

1

Es temprano en la mañana y vas caminando por Lago Erne, como todos los sábados, con rumbo hacia Lago Trazimano. Tienes un partido de futbol a las 10, contra los de la calle de al lado, y vas vestido con tu uniforme, con el número 8 en la espalda. Al llegar al deportivo ves que arriba de la reja azul que cruzas dice Centro Social José María Morelos y Pavón, y dentro pasas por la puerta que cuidan dos policias enseñando tu credencial. Todo parece igual que todos los sábados, pero cuando llegas a las escaleras para bajar a las canchas de futbol, te encuentras con que los que deberían estar jugando, y los entrenadores, y los otros equipos, y los árbitros, todos, están discutiendo en un círculo enfrente del puesto que vende papas y refrescos.
No entiendes qué pasa. Alguien debería estar jugando ya al menos un partido y no se ve a nadie en la cancha, ni en las gradas. Piensas que igual y no hay balón, pero no puede ser que entre tanta gente nadia haya traído al menos uno. O igual y por fin están poniendo pasto en las canchas de tierra y polvo, eso estaría muy bien. Estás a punto de preguntarle a un chavo que no conoces, de otro equipo, que qué pasa, cuando te encuentras a Pedro de frente.
Pedro juega en el mismo equipo de futbol que tú, sólo que es un año mayor y va más adelantado en la escuela. Viene con su hermana, Mariana, que va en tu grupo.
- Oye, ¿por qué nadie está jugando, eh? - le preguntas a él.
- Uy, ni te imaginas... - contesta, y chifla.
- Es que se robaron las porterías - dice Mariana.
- ¿Qué?
- Que se robaron las porterías - repite Pedro, tallándose un ojo.
- ¿Neta?
- Neta. Si quieres vamos a ver - dice Mariana.
Efectivamente, al acercate a la cancha pudes ver que las porterías no están. Aquí estaban hasta ayer, dice el portero de otro equipo que se rasca la cabeza. Y cuando te acercas te das cuenta de que no es que las hayan cortado o arrancado, sino que es como si nunca hubieran estado ahí. No hay agujeros donde estaban enterrados los travesaños ni nada. Simplemente no están.
- Pero, ¿cómo? ¿Quién se robaría unas porterías? ¿Para qué? - preguntas.
- Nadie sabe nada de nada.
- ¿Eso quiere decir que no va a haber partido? ¿Por qué no jugamos en alguna de las otras canchas?
- No, pues es que ninguna tiene porterías - dice Mariana, mientras patea la tierra de la cancha.
- Nooooooo. No puede ser - dices mientras te acomodas la playera del uniforme y volteas para todos lados. - No entiendo nada, de verdad.
- No, pues nadie entiende nada - dice Pedro, - deberías haber visto la cara del árbitro cuando llegó a pitar el primer partido de la mañana.
- ¿Qué hacías aquí tan temprano? - le preguntas a Pedro.
- Me gusta venir a ver desde los primeros partidos.
- Ah, ¿y tu hermana?
- Yo vine a nadar, pero me quedé para ver si aparecían las porterías - contesta Mariana, agachando un poquito la mirada, pero sonriente.

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Sigue...