lunes

7

- ¿Cómo? - dice Pedro, recogiendo el papel.
Julián se lo arrebata de las manos y lo lee detenidamente.
- No puede ser, - dice - seguro se equivocaron en la impresión.
Se quedan todos callados, todo queda en silencio. Volteas a todos lados.
- Igual y si pasa alguien le podemos preguntar dónde estamos.
Desde el final de la calle de terracería ves venir a un señor flaco en bicicleta. Todos deciden que debes ser tú el que le pregunte, porque fue tu idea. Así que cuando está lo suficientemente cerca, le preguntas:
- Disculpe señor, estamos perdidos. ¿Nos podría decir dónde estamos?
- Ah, caray. Pues esta colonia es la Pensil, ¿a dónde iban ustedes?
Sientes que la sangre se te baja de la cabeza, puedes oir a Mariana que da un gritito.
- No te espantes niña, no es un barrio tan feo o tan peligroso como parece. Lo estan mejorando mucho, hasta una escuela estan construyendo ya: miren, - dice el señor flaco y señala el edificio en construcción frente al hoyo del que acaban de salir.
Tú estás mudo, absolutamente mudo.
- ¿C-c-cómo se llama e-esta calle? - tartamudea Julián
- Se llama Lago Trazimano, de hecho yo vivo aquí cerquita. Si quieren les puedo decir cómo salir de aquí.
En ese momento Mariana se desmaya de la impresión, y Pedro, pálido, se queda paralizado y no hace nada, parece que está llorando. Tú apenas y puedes agarrarla para que no se caiga al suelo.
- Mariana, marianita - le dices.
- ¡Niña! ¿Qué tiene la niña? - pregunta el señor flaco mientras se baja de la bicicleta y se acerca.
- Pues, pues... no, no... - apenas dice Julián.
- No puede ser. Seguro no han comido nada, - y levanta a Mariana en brazos. - Vengan, vamos a mi casa, ahí les doy algo de comer y agua.
- Tú - te señala - traete la bicicleta.
Y los tres lo siguen, sin decir una sola palabra.

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Sigue...