miércoles

16

Cuando se acaban los cohetes y se apaga el fuego los cuatro se acercan para ver lo que quedó de las porterías. Entre pedazos de madera carbonizada y cenizas encunetran los pedazos de un metal grueso y hueco, pero un poco retorcido.
- ¿Estás seguro que estas eran las porterías? - pregunta Pedro.
- Yo creo que sí, porque aquí todavía hay un pedazo de tubo sin quemar y está pintado del mismo azul que vimos en la calle - dice Julián.
Tú dices que eso fue exactamente lo mismo que habías pensado antes de que encendieran los cohetes.
- Pues aunque hayan sido estas las porterías, ya no sirven - dice Mariana, muy triste.
- No creo que nos devuelvan al futuro ahora... - dice Julián.
Justo en ese momento la Maestra Delfina y Don Fili se acercan.
- ¿Qué pasa niños? - pregunta la Maestra Delfina.
- Pues es que encontramos las porterías y... - dice Pedro, señalándolas.
La escena es un completo desastre, un pequeño lugar de tristeza en mediuo de una fiesta llena de gente platicando, bailando y pasándosela bien.
- Bueno, niños, no es el fin del mundo... - dice Don Fili.
- Sí, aunque estas esten deshechas, eso no quiere decir que tengan que ser las mismas que necesitan ustedes para regresar al... a sus casas. Mañana pueden venir conmigo a la junta de los vecinos, y ver qué pueden hacer para conseguir unas porterías nuevas - dice la Maestra Delfina.
Así que después de un rato más en la fiesta, es hora de ir a dormir. No porque no quieran quedarse, sino porque ha sido un día muy muy largo, y, además, como dijo Mariana, viajar en el tiempo es muy cansado.

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Sigue...