jueves

11-1-b

- Mejor vamos a ir con Julián, Pedro - le dices - tengo un presentimiento sobre lo que podríamos encontrar por esas calles.
- Está bien - dice Pedro - nos vemos aquí en una hora.
Así que Julián, Mariana y tú se encaminan hacia donde suponen estarán las calles y cerradas de Lago Ammer. Primero caminan por Lago Ness, dando vualeta a la izquierda en la primara callecita que se encuentran. Al dar la vuelta Mariana dice:
- Oigan, esta es mi calle.
- ¿Cómo? - pregunta Julián.
- Sí, aquí vivo yo. Ahí debería estar mi casa, justo donde está esa barda llena de tierra.
Se acercan para ver qué hay detrás de la barda, pero no alcanzan a ver nada.
- Bueno, vámonos, lo que importa es que mi casa esté ahí cuando volvamos.
Al fondo la calle se angosta y da la vuelta a la derecha, sólo que ninguno recordaba que fuera así, y la siguen.
De pronto ya estan perdidos, han dado muchas más vueltas de las que esperaban, y estan a punto de desesperarse cuando al dar una vuelta más se encuentran con una calle que Julián reconoce:
- Esta es la primera cerrada de Lago Ammer, estoy seguro, esta pared la reconocería donde fuera.
Al fondo, del otro lado de la calle, alcanzan a ver a un grupo de muchachos sentados, que los miran. Uno de ellos se levanta, pero se recarga contra la pared. No alcanzas a ver su mirada, pero algo no te gusta. Julián avanza y dice:
- Si alguien sabe algo sobre las porterías por aquí, deben ser ellos. Vengan.
Pero mientras se acercan vas sientiendo miedo, como si ya hubieras pasado por aquí antes. Estás pensando exactamente eso cuando sientes la mano de Mariana que agarra la tuya.
- Tengo miedo - te dice, muy bajito.
Julián ya va muy adelante, ya casi llega a donde están los muchachos. Vengan, les grita.
- Vamos - le dices a Mariana, tragándote tus propias preocupaciones - no tengas miedo, no pasa nada.
Cuando se acercan a los tres o cuatro muchachos que están en la calle, el que se levantó y se recargó contra la pared dice arrastrando la voz y con mal aliento:
- Buenas.
- Esteee, hola - dice Julián - oigan, disculpen, andamos buscando unas porterías...
- ¿Unas qué?
- Porterías, ya sabes, para jugar fútbol.
- Mmmm. No... - pausa - creo que había unas ahí donde ahora están construyendo la escuela...
- Sí, pero ya no están ahí - contestas bajito.
- Ahhhhhhhh. Nooooo. Ps entonces no sé. Casi no nos enteramos de nada, no nos movemos mucho de aquí - y señala al otro lado de la esquina, donde se alcanzan a leer dos letreros que dicen "Pulquería", uno frente al otro. - Pero igual ahí adentro alguien sabe algo, si quieren los acompaño y de perdida hasta me invitan un pulquito.
Los tres se quedan callados, hasta que dices:
- No, mira, lo dejamos para más al rato mejor, ¿no? Ahorita vamos a buscar mejor por otro lado.
- Sale pues - te contesta y se vuelve a sentar en el suelo.
Salen de la calle y se encaminan de vuelta hacia casa de Don Fili, cabizbajos. Vas pensando que no sirvió para nada ir con Julián, cuando en el suelo ves algo que te llama la atención. Son unas mancahas en el suelo, cafés, con el contorno de unos tubos, que podrían ser o no las porterías. Julián levanta un bote casi vacío de pintura café.
- ¿Crees que esto tenga algo que ver con las porterías?
- No sé, tal vez, vamos a llevárnoslo y se lo enseñamos a Pedro.

Pedro todavía no ha llegado cuando regresan a casa de Don Fili, así que se sientan a esperarlo. Cuando llega les enseña lo que encontró: una red de portería, con manchas de la misma pintura café. Por más que tratan, ninguna de las dos cosas tiene sentido...

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Sigue...