- ¿Dónde, dónde estamos? - pregunta Pedro.
Tratando de nadar hacia la orilla, cosa que se dificulta mucho por la ropa mojada, logran alcanzar un lugar en donde pisan los cuatro. Al tomar aire y voltear pueden ver que están en el extremo de un lago, no muy lejos se alcanza a ver una calzada que se acerca a los montes que circundan el enorme lago. Y en el centro, a lo lejos, una blanca ciudad, con edificios altos y coronados con colores rojos y azules.
- Pues parece que en vez de regresar al futuro, viajamos al pasado. Algo hicimos mal, definitivamente... - dice Mariana, muy triste.
- Pero muy mal, algo está muy mal... - dice Pedro.
Detrás de ustedes oyen unas voces en la orilla, les dicen algo y les hacen señas, pero no entienden nada de lo que les dicen.
- Creo que vamos a tener serios problemas para regresar a nuestras casa, ahora sí... - dice Julián.
En efecto, ahora tendrán que esperar a ver si alguien ya habla en español en este México de 500 años antes de que cualquiera de ustedes naciera.
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