viernes

12-1

- Vamos a preguntar en la escuela - dices - si las porterías estaban ahí, alguien debe saber dónde quedaron.
- Buena idea - dice Pedro - así nos podemos dejar un mensaje escondido en las paredes para cuando estudiemos ahí en el futuro.
- No seas baboso, baboso - le dice Julián.
- Bueno, andando - dices.
La escuela en construcción no queda muy lejos, de hecho queda exactamente frente al agujero donde aparecieron en el pasado. Eso quiere decir, claro, que el deportivo será construido justo enfrente de la escuela, pero no se sabe bien cuándo.
- Probablemente lo que tengamos que hacer es traer las porterías aquí para que aquí sigan cuando construyan el deportivo... - dice Julián.
- ¿Ah sí? ¿Y qué te hace pensar eso, eh? ¿Quién te lo dijo, sabelotodo? - le dice Pedro, enfrentándolo.
Es obvio que ya estan hartos uno del otro, y era sólo cuestión de tiempo antes de que se enfrentaran.
- Pues nadie me lo dijo, imbécil, yo creo que debe de ser así, y si no te parece nos podemos arreglar a golpes - le dice Julián a Pedro, mientras se golpea la mano.
- ¡Basta! ¡Basta ya! - grita Mariana - Suficientemente malo es que estemos lejos de nuestra casa como para que además tengamos que estar peleando por cositas.
Pedro y Julián se quedan callados. No se miran ni se dicen nada, pero al menos ya no se agreden.
Un par de minutos después del enfrentamiento ya estan los cuatro en el patio de enfrente del edificio de la escuela. En el edificio principal, hasta arriba, hay un hombre trabajando en la fachada.
- ¡Hola! - le gritas.
El hombre voltea y pregunta:
- ¿Me hablan a mí?
- Sí - le conestas.
- ¿Qué quieren? - pregunta el hombre.
- ¿Hay alguien aquí con quien podamos hablar?
- Sí, adentro está la Maestra Isa. Si quieren pueden ir a hablar con ella.
Miras la construcción, pero te das cuenta de que aunque ya casi está acabada, entre polvo y paredes desnudas, y sin luz, va a ser muy difícil que encuentren a la maestra.
- ¿Dónde la encontramos? - preguntas.
- Debe de estar en el segundo piso, los acompañaría pero estoy muy ocupado poniéndole nombre a la escuela... - y se voltea para seguir trabajando. Sólo entonces te das cuenta de que tiene unas letras de metal en la mano, una Ce, una E, y sonríes.
Pasan por la puerta central de la escuela, que todavía no está puesta, y suben las escaleras al segundo piso, te imaginas que la maestra estará en las oficinas de la dirección, pero no hay nadie ahí, de hehco no hay oficinas, sólo hay un cuarto vacío y a medio pintar.
- ¿A dónde vamos? - pregunta Mariana.
- Pues yo voy a bajar, yo creo que si las porterías estan en algún lado las deben de haber puesto en el patio - dice Pedro.
- Pues yo con el mocoso no voy a ningún lado, así que voy a ver la parte de arriba - dice Julián.
- Yo voy contigo - te dice Mariana - no tengo ganas de ir yo sola con alguno de estos dos para que se estén quejando del otro...

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